jueves, 24 de enero de 2008

GENOCIDIO INDIGENA







GUERRA DEL DESIERTO

"¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado." Domingo Faustino Sarmiento"Estamos como nación empeñados en una contienda de razas en que el indígena lleva sobre sí el tremendo anatema de su desaparición, escrito en nombre de la civilización. Destruyamos, pues, moralmente esa raza, aniquilemos sus resortes y organización política, desaparezca su orden de tribus y si es necesario divídase la familia. Esta raza quebrada y dispersa, acabará por abrazar la causa de la civilización. Las colonias centrales, la Marina, las provincias del norte y del litoral sirven de teatro para realizar este propósito". Julio Argentino Roca (1843-1914)NOTAS EN ESTA SECCIONGenocidios, Luis BruschteinLa Campaña del Desierto según el director del Museo Histórico NacionalLa gente y sus represores, por Osvaldo BayerApropiación de la tierra de los aborígenes y genocidios en el Río de la Plata, Fernando del CorroDesde la llegada del wincaLa historia de la Patagonia desde la llegada del blanco - Helena AizenEl ajusticiamiento de Rauch en Las Vizcacheras - Adrián MoyanoTodo tiempo pasado fue mejor - Jimay ApshamaDomingo Faustino Sarmiento - Gloria y olorENLACES RELACIONADOSArtículos periodísticos de Osvaldo BayerOsvaldo Bayer: Argentina, 86 años de democraciaLof Digital, sitio de la comunidad mapucheLECTURA RECOMENDADAImágenes de la campaña contra los indios 1879 (pdf 641K)
GenocidiosPor Luis BruschteinLos historiadores se la pasan discutiendo sobre la objetividad, la distancia con los hechos, los análisis fuera de contexto y se rompen el alma en el intento de construir una historia sobre la base de una racionalidad cruda que en realidad pocas veces brilló en los presentes pasados que estudian como historia. Justamente porque en la mayoría de los casos, a los protagonistas de esos presentes pasados les faltó perspectiva histórica porque el futuro es inasible desde el presente. Mahatma Gandhi fue Osama bin Laden en un momento para el Imperio Británico, lo cual no habla bien de Bin Laden sino mal del viejo imperio.Además, la pasión, los prejuicios, los intereses y las mezquindades atraviesan, deforman y exasperan el debate político del presente y no se ve la razón para que, mal o bien, sea distinto con la historia.Por ejemplo, en una solicitada de homenaje al general Roca, que fue publicada el martes en el diario La Nación, se califica a los mapuches de extranjeros y genocidas de los pueblos originarios argentinos y en contrapartida exaltan la Campaña al Desierto que encabezó el prócer. El texto afirma que los mapuches llegaron de Chile y aplastaron a los argentinos guenecas y tehuelches, "que fueron sometidos, matados y sus mujeres, robadas por los indios chilenos".

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Quedaría la impresión de que por esa razón estuviera bien que los mapuches también fueran sometidos, matados y sus mujeres robadas por el ejército de línea, que fue lo que sucedió. El texto dice que a pesar de toda esa maldad "el tratamiento que se les dio a los que se sometieron voluntariamente fue muy generoso". Pero no dice nada de los que no estuvieron de acuerdo que, evidentemente, no tuvieron mucha prensa.Los firmantes de la solicitada, de la Fundación Dr. Emilio Hardoy, se quejan porque las dos estatuas ecuestres de Roca, la que está en Bariloche y la de Buenos Aires, aparecen cada tanto con escrituras que lo acusan de genocida y manchadas con pintura roja, como si fuera sangre. Lo cual es cierto, porque cada tanto el historiador y escritor Osvaldo Bayer vuelve a las andadas junto con representantes de los pueblos originarios y otras ONG de derechos humanos. Mal que les pese, Bayer no se rinde.Hay una justificación económica conocida, que es la brutalidad del "progreso" expresado en la incursión de Argentina al mundo con el modelo agroexportador. Pero hay una justificación ética subyacente que queda flotando sin llegar a expresarse abiertamente: cuando se comete genocidio contra genocidas, no se trata de genocidio sino de algo más parecido a una especie de justicia por fuerza mayor. Todos los genocidios tienen una justificación por el estilo, ya sean religiosos, étnicos o políticos. El genocidio aparece como la única solución. Algo así deben haber discutido los ex comandantes durante la conspiración para el golpe del ’76. Y lo mismo los nazis contra los judíos. Y lo mismo los gobiernos de la Triple Alianza contra los paraguayos.De esos cuatro ejemplos, tres tienen que ver con la historia argentina, lo cual produce escalofríos. Obviamente que esa justificación para el destino final que se les dio a los pueblos originarios se aplicó después en otros momentos a quienes aparecían como obstáculos de la marcha civilizatoria argentina. Y seguramente, el que justifica uno también lo hace con los demás, porque es el mismo argumento, el mismo guión, la misma estructura de pensamiento. Y lo que es peor, lo de matar, para quien decidió hacerlo, era secundario. Siempre se trató, básicamente, de "progreso", "democracia" y "modernidad".Nadie puede estar contra el progreso, la democracia y la modernidad. Entonces habrá que preguntarse si también hay que estar de acuerdo con el genocidio y, en el caso argentino, con tres masacres espantosas que se cometieron con esas banderas. Argentina es un país que tiene cierto grado de progreso, democracia y modernidad y uno se pregunta si esos tres genocidios aportaron a ese proceso –como argumentaron los genocidas–. Es una pregunta inquietante porque la respuesta es parcialmente afirmativa. Es indudable que esos tres genocidios tienen que haber incidido en el tipo de progreso, democracia y modernidad que tiene Argentina, porque fueron cometidos por los que ganaron, no por los que perdieron.Hay quienes se consideran orgullosos de esa herencia y publican solicitadas, como la de La Nación, en su homenaje. Muchos que reivindican la democracia, el progreso y la modernidad se horrorizan por los genocidios, pero no aciertan a verlos como sustancia, sino que los perciben como excesos. Y en ese sentido, tienen razón los de la solicitada porque en la Argentina esos conceptos progresistas aparecen ligados en la historia a las situaciones más injustas, bárbaras y aberrantes. La pregunta es entonces si no habrá un cuarto genocidio si no se empieza por separar una cosa de la otra, lo cual implica discutir qué tipo de modernidad, progreso y democracia es la que se puede construir sin odios ni masacres.Fuente: Página/12, 30/11/06
La Campaña del Desierto según el director del Museo Histórico Nacional"Roca y el mito del genocidio" Por Juan José Cresto* Para LA NACIONHace poco más de un siglo, el 12 de octubre de 1904, el general Roca entregó al doctor Manuel Quintana los atributos de la presidencia de la República. Había cumplido su segundo mandato, pero su influencia política desde 1880 había transformado el país. La Argentina era una potencia respetada. El general Mitre, ya anciano y verdadero patriarca de la argentinidad, fue a su casa ese mismo día para felicitarlo por su gestión: "Ha cumplido", le dijo parcamente, porque el juramento de su asunción, en 1898 lo había hecho ante el patricio. Diez años después, el 19 de octubre de 1914, Roca moría en Buenos Aires. Los últimos años los dedicó a organizar su estancia La Larga, levantando casas para su personal, cultivando arboledas y caminos y mejorando su hacienda. Se cumple este año el centenario de su alejamiento del poder y noventa años de su fallecimiento. El país no lo ha recordado suficientemente. En los últimos tiempos una historiografía carente de toda documentación sostiene que la expedición de Roca de 1879 contra los indios, fue un genocidio. Ello revela supina ignorancia u oculta intereses de reivindicaciones territoriales. El tema indígena es complejo, porque abarca regiones muy diferentes, desde los paisajes andinos atípicos hasta la cuña boscosa del Chaco, con razas que no eran ni son comparables, como los diaguitas, los abipones o los mapuches. En el Sur, los pueblos araucanos procedían de Chile e ingresaron al hoy territorio nacional hacia principios del siglo XVIII, según lo refieren numerosos historiadores de ese país, algunos con carácter reivindicatorio. La pampa agreste estaba totalmente desierta, con algunos bolsones de pobladores aislados. En la provincia de Buenos Aires se denominaba "poblador del Salado" a quien se instalaba más allá de ese importante río. Sin alambrados, sin títulos de propiedad, salvo antiguas mercedes realengas, o con títulos imprecisos basados en la simple ocupación, el llamado "estanciero" era el ganadero que cuidaba vacas criollas, que no tenían parecido con las de nuestra época, vivía con el cuchillo en la faja y dormía en un rancho que él mismo construía. Su beneficio empresario consistía solamente en la explotación del cuero del vacuno, que canjeaba en la pulpería o en "las casas", o poblado más próximo. Compartía, sí el temor al malón indígena. Al caer la tarde, hacía recostar a su caballo en el suelo para ver la reacción del animal, cuya sensibilidad le permitía saber si la tierra se movía. En ese caso, sabía que, a lo lejos, los indios galopaban y él debía huir, abandonando todo. El horror del malón se ha descripto repetidas veces, pero hay que recordar que el indio fue temible cuando aprendió a montar el caballo que trajo el europeo, para robar las vacas que también vinieron con los españoles y venderlas en Chile. También cuando aprendió a usar la cuchilla de hierro, que también obtuvo de la industria del hombre blanco. Los aduares indígenas estaban llenos de cautivas, mujeres blancas a las que se les hacía un tajo profundo en la planta de los pies para impedirles la fuga. Ellas tenían que soportar la indignación y el odio de las mujeres indias de la tribu. La historia argentina está llena de historias de pequeños y de muy grandes malones a lo largo de los siglos XVIII y XIX, hasta la decisiva ocupación de desierto por Roca. La política de ocupación no se inicia con este exitoso militar, sino que continúa desde los primeros gobiernos patrios. Rosas hizo una expedición contundente, pero después de Caseros las tribus se alinearon, unas con el gobierno de la provincia de Buenos Aires y otras con el de la Confederación, participando en la política partidista. Mitre quiso erradicar el delito en las pampas y no lo pudo lograr por tener que dedicar sus esfuerzos a la guerra del Paraguay. Sarmiento sufrió grandes malones y la batalla de San Carlos es un verdadero hito de la historia. Avellaneda, que soportó una grave crisis financiera internacional, tuvo una política de ocupación a través de su ministro Adolfo Alsina, quien hizo construir una larga zanja de más de cuatrocientos kilómetros para evitar los malones, en una guerra defensiva sin mayores resultados. Finalmente, Roca, que conocía el desierto, organizó una expedición ocupacional decisiva. Este joven general había ganado todos sus ascensos, uno tras otro, en los campos de batalla. ¿Estaba Roca ocupando tierras de indios? La respuesta es categóricamente negativa. Esas tierras desiertas comienzan a ser ocupadas con las expediciones pobladoras de la España colonizadora del siglo XVI que, repetimos, trajeron el caballo y la vaca. Los indios iniciaron su ocupación 180 años después. Los indígenas americanos precolombinos estaban radicados en mínimas parcelas de territorio y aprovecharon los descubrimientos, invenciones, ingreso de animales antes desconocidos y la tecnología del blanco para su expansión territorial. De suponer válida la peregrina teoría del primer poblador, tal vez debiéramos remontarnos al homínido y considerar al propio hombre de Neanderthal como un usurpador. Pero existen algunas consideraciones que hay que sopesar: la expedición debe adjudicarse al gobierno del presidente Avellaneda, quien designó para comandarla a su ministro de guerra, el general Julio Argentino Roca, en estricto cumplimiento de la ley del 25 de agosto de 1867, demorada doce años por las dificultades políticas y económicas del país. "La presencia del indio -decía la ley- impide el acceso al inmigrante que quiere trabajar." Para financiar la expedición se cuadriculó la pampa en parcelas de 10.000 hectáreas y se emitieron títulos por la suma de 400 pesos fuertes cada uno, que se vendieron en la Bolsa de Comercio. Aunque prohibieron la adquisición de dos o más parcelas contiguas, esta venta fue la base de muchas de las fortunas argentinas. La ley, la expedición y la organización fueron discutidas en el Congreso y votadas democráticamente. Todo el país, toda la población de la Nación, quería terminar con este oprobio, desde el Congreso y los gobiernos provinciales hasta los periódicos, sin excepción. Roca organizó la expedición y a ella se incorporaron no solamente cuerpos militares, sino también periodistas, hombres de ciencia y funcionarios. El periodista Remigio Lupo la integró como corresponsal del diario La Prensa y remitió sus crónicas. Monseñor Antonio Espinosa publicó su diario, con noticias muy valiosas de todo lo mucho que vio, pero también escribieron hombres de ciencia, como los doctores Adolfo Doering y Pablo Lorenz, y naturalistas, como Niederlein y Schultz, que estudiaron la flora, la fauna y las condiciones del suelo. Acompañaron también enfermeros y auxiliares. Los indios prisioneros y los niños, mujeres y ancianos fueron examinados por sus dolencias, vacunados y muchos de ellos remitidos a diversos hospitales de la muy precaria Buenos Aires de esos días. Ahora bien: ¿puede creerse que toda estas personas y otras que siguieron paso a paso la expedición pueden ser cómplices de silencio en caso de genocidio? ¿Se concibe un secreto de cinco mil personas? ¿Lo hubiera permitido un humanista como el presidente Avellaneda? La única realidad es que la llanura pampeana quedó libre de malones y que a los indígenas se les asignaron grandes reservas, si bien es cierto que individuos inescrupulosos les cercenaron posteriormente muchas de sus parcelas con supuestos derechos, actitud reprobable, sin duda, que forma parte de litigios del derecho civil. Por otra parte, mencionar al indio como tal es un insulto. ¿Por qué indio? El es, simplemente, un argentino entre treinta y siete millones de habitantes, con los mismos derechos y obligaciones que todos. No merece ningún tratamiento especial ni más derechos que otros, pero tampoco ninguna tacha que lo invalide, que lo relegue o que lo menoscabe, porque tiene también todas las prerrogativas constitucionales. Es nuestro conciudadano y, por lo tanto, nuestro hermano. Merece y tiene todo nuestro fraterno afecto. No más, no menos. Lo contrario es indigno y discriminatorio. Lo que se quiso hacer y efectivamente se hizo fue concluir con los asaltos a pueblos indefensos y poner la tierra fértil a disposición de la población para ser trabajada. En efecto, en menos de 25 años a la Argentina se la llamaba "la canasta de pan del mundo". El 12 de octubre de 1880, Roca juró como presidente de la República, por haber vencido a Tejedor en las elecciones. Hizo un gobierno histórico: concluyó el tratado de límites con Chile, en 1881; desarrolló la instrucción pública; construyó escuelas; extendió los ferrocarriles. Los inmigrantes agricultores comenzaron a agruparse en colonias. Se estibaron miles de bolsas de trigo en las estaciones. El pedestal de la gloria de Roca está en sus dos gobiernos y en su orientación política, mucho más que en la ocupación del desierto, pero ésta es un timbre de honor de su biografía. Con el tiempo, a través de personas que no han leído específicamente sobre el tema o que tienen otros intereses, se ha creado una fábula que gente de buena fe la ha creído, porque así se elaboran los mitos que después parecen "verdades reveladas" de valor teológico. Felizmente, cualquier serio investigador de historia, cualquier estudioso del pasado que se documente, se preguntará azorado: ¿qué genocidio? *El autor es director del Museo Histórico Nacional y presidente de la Academia Argentina de la Historia
La gente y sus represoresPor Osvaldo BayerLa gente no se rinde. Sí, sí, aquello del espontaneísmo de las masas. Pese a que en las elecciones le hacen elegir entre dos candidatos sonrientes, la gente se pone a construir por iniciativa propia. Me gusta caminar por el barrio. De pronto me llaman unos alumnos del Normal 10 porque quieren "discutir temas". Abro la boca de sorpresa. O me invitan a la Casa del Pueblo de allá, de la calle Galván y Congreso. Han venido mapuches, me dicen. Dos mujeres y dos hombres. Nos enseñan sus instrumentos musicales, todos hechos con productos de la naturaleza, y tejidos, trabajados por las manos de las mujeres. Pero además presentan un libro: Voces indígenas de la Patagonia. La autora es una periodista danesa que ha estado con ellos recorriendo esas soledades. Pero no sólo trae sus impresiones sino también los documentos que va produciendo el Consejo Asesor Indígena. Con esa paciencia y calma que los distinguen, escriben verdades. Por ejemplo, leo: "Con la llegada del hombre blanco a nuestras tierras comienza el proceso más violento de la desarticulación de la armonía del hombre con la naturaleza. Junto a las pestes, a las enfermedades, llegaron valores y principios desconocidos para nuestros pueblos: la avaricia, el individualismo, la acumulación de poder y riqueza a costa del sufrimiento de muchos. De la mano de la espada y la cruz, nos impusieron dioses e idiomas desconocidos que nada tenían ni tienen que ver con la cosmovisión de los pueblos originarios". Y agrega: "De la mano del Remington, la cruz, el alcohol, se masacró a millares de mapuches, se arrasó e incendió tolderías, se apropiaron de nuestras mujeres y niños para trofeos de las familias ricas, se puso precio a las tetas de nuestras hermanas y a las orejas de nuestros hermanos. Se condenó a nuestro pueblo a refugiarse entre los pedreros cordilleranos, mientras nuestro territorio quedaba en manos del conquistador". Y luego se expresa la esencia de lo que hubiera sido un encuentro, que no fue: "Como parte de la naturaleza, sabemos que en la diversidad está la fuerza, en la unión y el respeto de lo diferente está el futuro, pero no sobre la base del olvido y la mentira".El gobierno español señaló a los quinientos años de la conquista que a los hispanos los había llevado a América el ansia de distancias. Eduardo Galeano contó palabra por palabra de los documentos de Colón, donde emplea 159 veces la palabra oro y 35, la palabra Dios. Oro, oro, oro. El ansia del oro y no de las distancias. El estanciero Martínez de Hoz recibió del conquistador Roca 2.500.000 hectáreas cuadradas de las mejores tierras. Las armas de la Patria. Su bisnieto fue ministro de Economía del general Videla. Viva la Patria, carajo. El padre Fagnano, al terminar la campaña de Roca, escribirá: "Ahora los indios tendrán trabajo y religión". Es decir: salvaron sus almas. Roca los llevará de esclavos a Martín García y a los cañaverales tucumanos. A las "chinas" las entregará a las familias de militares y a gente de bien como sirvientas. Los indiecitos de la chusma, adjetivo de Roca, fueron repartidos como mandaderos. Así tuvieron trabajo y religión. La cruz y la espada.Pero ya estamos en otra Patagonia. Esquel no se rindió. Un ejemplo histórico. Le dijeron no al oro. Esta vez la conquista del oro venía con cianuro. No con la cruz y la espada. Pero el pueblo dijo que no. Asambleas populares, verdadera democracia de raíz. Y bien, un periodista de allá acaba de editar un libro sobre esa epopeya popular: Esquel y su No a la mina, de Juan A. Souza. En la tapa está el lema: "El agua vale más que el oro". Un manual que servirá ahora para limpiar de cianuro a Ingeniero Jaccobacci y a Andalgalá. Esta vez, la Patagonia Rebelde triunfó.Pero lo que entristece mucho es la brutalidad disimulada que debemos combatir con toda nuestra fuerza. Lo vemos a cada paso y es una herencia de muchas décadas. Fuerzas policiales que actúan como asaltantes, hasta de ancianos, tratos indignantes al civil que siempre es considerado sospechoso. Voy a relatar un caso, el cual me consta y que ya es tratado por nuestros organismos de derechos humanos. He aquí el acta de un grupo de jóvenes víctimas de la triste experiencia: "El viernes 4 de noviembre, nos encontrábamos, junto a un grupo de amigos, en la estación de trenes de Mar del Plata, aguardando la salida del tren que partía a las 23.30. Teníamos los pasajes ya adquiridos y la estación era uno de los lugares en los que se podía permanecer. La mayoría de los comercios, lugares de alojamiento, etc., se encontraban cerrados. La guardia policial, que ya estaba apostada en la estación desde temprano, empezó a obligar a los comercios a cerrar a las 18.30. Mientras esperábamos, llegaron a la estación dos móviles celulares de la Policía de la Provincia. Se nos acercaron y nos ordenaron ponernos contra la pared. Revisaron nuestras mochilas y todo lo que llevábamos encima. Sin encontrar nada, nos obligaron a subir a un vehículo para presos. Uno de nosotros preguntó el porqué de nuestra detención y la respuesta fue: ‘Por averiguación de antecedentes’. Al subir a esa cárcel rodante comenzó el maltrato generalizado. Nos obligaron a agachar la cabeza, a poner las manos hacia atrás, a mantener silencio. A la mínima resistencia de un detenido, los policías lo golpearon. El vehículo arrancó entre amenazas verbales y maltratos. Nos obligaron a permanecer en silencio mediante gritos y uno de ellos dijo: ‘De ahora en más van a dormir todo el viaje’, y arrojó un artefacto explosivo hacia nuestra área. Luego cerró la puerta que separaba a los detenidos de la policía. La bomba explotó y cuando el sonido ensordecedor cesó, se escucharon las carcajadas de los policías. Después comenzó una requisa en la que nos despojaron de todos los objetos de valor: dinero, documentos, teléfonos celulares, vestimenta. Esos objetos jamás lo volvimos a ver. Bajamos con la cabeza mirando al piso y con las manos a la espalda, y comenzó la segunda fase del proceso, que consistió en una nueva requisa y amenazas. Antes de encerrarnos en celdas nos hicieron cumplir con un circuito de controles: averiguación de identidad, datos familiares, sala interrogatoria, medir, pesar, fotografiarnos, averiguar por nuestras tareas cotidianas, nuestros sobrenombres, huellas digitales, control médico, requisa de nuestras pertenencias. De pronto se escuchó una voz que dijo a posibles testigos: ‘Los detenidos van al sector de presos comunes; si algo les sucede, como golpes, violación o si los matan, es pura responsabilidad de los presos comunes’. Y ahí, sin darnos ninguna explicación, nos encerraron en las celdas. Gracias a la intervención de los abogados de derechos humanos, periodistas independientes y el fiscal, logramos una pronta recuperación de la libertad. A las 6 de la mañana nos trasladaron a la terminal de ómnibus y de allí nos expulsaron. Ninguno de nosotros había estado en los disturbios, ni cometido roturas o agresiones. Ni siquiera habíamos marchado. Algunas personas fueron detenidas mientras miraban el mar y en la ausencia de testigos fueron golpeadas y se les plantaron ‘pruebas’ (piedras) en sus mochilas".Procedimientos policiales en vez de perseguir a los verdaderos provocadores. Además, es la actitud policial para demostrar su poder. Lo dijimos en 1983: al entrar la democracia había que cambiar todos los profesores de las academias policiales y militares. No se hizo. Seguimos con una policía y un ejército educados por los docentes de la dictadura.El mismo defecto ha demostrado la Iglesia en su último comunicado, cuando critica a quienes no han censurado a la guerrilla. Los señores obispos quieren poner en el mismo plano a héroes del pueblo como Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, el Paco Urondo, con asesinos desde el poder como el general Menéndez, el comisario Patti, el general Bussi, el general Camps: torturadores, secuestradores de niños, asesinos masivos, bestiales autores de la desaparición de personas, la muerte argentina. Es lo mismo que el procedimiento policial: hacer recaer la culpa en los que lucharon por una sociedad mejor. Pegan el grito en eso para desviar la atención de los verdaderos criminales. Como el tero. Fuente: Página/12, 19/11/05
Apropiación de la tierra a los aborígenes y genocidios en el Río de la PlataFernando Del Corro, periodista y docente de la UBA La extinción de los aborígenes en diferentes zonas de América se correspondió, aunque por causas específicas diversas, en buena medida a las prácticas seguidas, si bien en buena medida por las autoridades coloniales europeas, a las políticas expropiatorias seguidas por los gobiernos surgidos de los procesos independentistas para los que, casi unánimemente, la apropiación de sus tierras fue una cuestión central.La muy tardía ocupación real de las tierras del Río de la Plata por parte de los españoles en razón del escaso interés crematístico de las mismas, ya que no contaban con minas de oro o plata, como sucedía en la región andina o en México, hizo que los más atrasados ocupantes primitivos pudieran seguir manejándose con libertad en la mayor parte del extenso espacio geográfico donde sólo existía un puñado de ciudades muy poco conectadas entre sí.Los avances reales sobre las tierras de los pobladores originarios se dio a partir de la ampliación de las fronteras productivas, un par de décadas después de iniciado el proceso independentista, en Buenos Aires con la expedición organizada por Juan Manuel de Rosas y en la Banda Oriental con las expediciones contra la tribu de los charrúas, los viejos compañeros de luchas de José Gervasio de Artigas, por las autoridades de la recién independizada república uruguaya.El genocidio practicado con los charrúas, a los que virtualmente se hizo desaparecer, cuando no se vendieron casi como esclavos al exterior, si bien fue un proceso sistemático seguido durante varios años, tuvo una instancia clave cuando entre el 11 y el 15 de abril de 1831 las tropas orientales cargaron contra los aborígenes generando la matanza de Salsipuedes, tras lo cual, el mismo 15, el presidente Fructuoso Rivera firmó la orden de extinción tal de los indios.Además de la apropiación de sus tierras es posible que los independentistas uruguayos, enemigos del pensamiento integrador artiguista, hayan hecho pagar, además, a los charrúas su tradicional y acendrada adhesión al viejo caudillo oriental, quien desde los 16 a los 33 años formó parte de la tribu, al punto de que algunos historiadores consideran que fue progenitor del futuro jefe de la misma Manuel Artigas y no que éste, simplemente, tomo su apellido.Los charrúas lo habían acompañado en sus primeras escaramuzas con los luso-brasileños por 1795, a través suyo obtuvieron las 105.000 hectáreas que les fueron entregadas por el gobierno colonial en 1805 y lo acompañaron en el proceso de la independencia a partir de 1811 desde el mismo Grito de Asensio siendo parte importante en la recuperación, de manos de aquellos, de Paysandú, el 8 de octubre de ese año y, poco después, del primer sitio a Montevideo.También lo acompañaron en el Exodo Oriental y así pronto se ganaron tanto la animadversión de los porteños, de los luso-brasileños y de los propios orientales que no compartían el proyecto democrático popular artiguista, de manera que todos ellos, en diferentes circunstancias, hicieron lo posible para exterminar a una tribu de la cual uno de sus últimos vestigios se encuentran en Paraguay entre los descendientes de los que fueron al exilio con su caudillo.En el caso de Buenos Aires durante la presidencia de Nicolás Avellaneda se decidió tomar las tierras de los aborígenes para ampliar las tierras a explotar y así el 5 de octubre de 1878 se sancionó la Ley 947 con el fin de obtener los fondos para la "Conquista del Desierto", denominándose de tal manera a un territorio ocupado por unos 20.000 aborígenes de los cuales, según el informe del jefe militar Julio Roca, al parlamento, se mataron 1.323.Roca, muy poco después presidente, acotó ante el Congreso de la Nación, que también se habían tomado como prisioneros a 10.539 mujeres y niños y 2.320 guerreros, lo cual dejó el camino expedito para entregar las tierras a los nuevos propietarios, a los que ya había sido asignada antes de la operación militar mediante la suscripción de 4.000 bonos de 400 pesos, cada uno de los cuales dio derecho a 2.500 hectáreas.Un total de diez millones de hectáreas, en consecuencia, fueron vendidas por el estado a comerciantes y estancieros bonaerenses en forma previa a la conquista de las tierras, no del "desierto", mientras que el excedente obtenido, en lotes de a 40.000 hectáreas cada uno, fue rematado en 1982 en Londres y París, dando lugar así a la aparición de los primeros terratenientes de esos orígenes en los campos argentinos.Y como aún quedó más y nadie pensó en los aborígenes, en 1885 se cancelaron con tierras las deudas acumuladas con los soldados desde 1878, ya que llevaban siete años sin cobrar, pero como tanto los oficiales como la milicia necesitaban efectivo, terminaron malvendiendo sus partes a los mismos que habían sido los financistas primitivos, de manera tal que toda esa superficie pasó a manos de 344 propietarios a un promedio de 31.596 hectáreas cada uno.Fuente: Rebanadas de Realidad
Desde la llegada del winkaPor un mapuche cualquieralonkobaigorrita@yahoo.com.arDesde que hemos tenido que lidiar con el winka, muchos han sido los personajes intolerables que faltos de inteligencia y de absurdo nacionalismo nos han causado risa.Desde que hemos tenido que lidiar con el winka, muchos han sido los personajes intolerables que faltos de inteligencia y de absurdo nacionalismo nos han causado risa. Como es el caso de P. Moreno, J. A. Roca, Casamiquela, Elías Chucay, Claudia Briones, Morita Carrasco, Lugones, Colavelelli, Etc. Todos ellos con la excusa del engrandecimiento del país o el estudio de nuestra gente para beneficio de la educación e ignorancia del blanco. Ellos en su momento han tenido la gracia de haber hablado o escrito algo sobre el Mapuche. Personajes que hablan de nacionalismo e inteligencia superior. De los derechos del Argentino, Etc. Etc. Etc. Pero que siempre han beneficiado a ciertos personajes extranjeros. Ingleses, Italianos, Alemanes, Españoles, Turcos, Franceses y demás nacionalidades del mundo. Claro siempre y cuando estos personajes o grupos tengan plata. Tabaré W Parsons no es la excepción. Este ser winka que cree tener una educación e inteligencia superior a cualquier Mapuche. A en los últimos días sido el motivo de nuestras risas y la demostración viva de que los winkas siguen siendo ignorantes racistas. Para demostrarnos eso ha bastado tan solo que escriba y publique en un periódico su pensamiento nacionalista a favor del multimillonario J. Lewis. Según el señor Parsons, nosotros los mapuche debemos seguir mandando señales de humo y no utilizar los medios de comunicación blancos. Además debemos permitir que Lewis siga haciendo ¡Patria! Para el engrandecimiento del país. Yo me pregunto si Don Parsons no sabe que los Mapuche hemos dejado de hacer señales de humo debido a la falta de inteligencia de sus antepasados. Ya que cada vez que deseábamos comunicarnos con ellos no podían entender nuestro sostificado sistema de comunicación a distancia. Por lo cual debimos esperar muchos años hasta que alguien invento el telégrafo, herramienta que comenzamos a utilizar de inmediato. Aun cuando algunos winka todavía no podían entender como funcionaba. Y así hemos ido adaptando los diversos sistemas de comunicación que el winka a desarrollado hasta la llegada de lo que hoy es internet. Pero siempre pensando en poder comunicarnos y que nos entiendan. Además me pregunto don Parsons si usted realmente cree que los demás no Mapuche y los otros Winka como usted. Creen realmente en el hacer patria de Lewis. O tal vez no. Ya que yo como Mapuche no he visto a ningún vecino Argentino que tenga mas tierra que estos multimillonarios. Tampoco que le permitan hacer y deshacer lo que quieran como a estos extranjeros que vienen una vez al año A demás no comprendo en que puede beneficiar que alguien como Lewis tenga un aeródromo privado. Donde pueda traficarse droga si alguien quiere o contrabandear además de cualquier ilícito que se deseé. ¿Usted penso en eso Don Parsons? ¿O es que su inteligencia no llega a eso? © 2001-2005 Argentina Centro de Medios Independientes (( i )). Copyleft: Se permite la copia, distribución y uso de los contenidos de Indymedia Argentina, siempre y cuando NO se utilice con fines comerciales, a no ser que se obtenga permiso expreso del autor y en todos los casos se reconozca la autoría (poniendo como fuente http://argentina.indymedia.org)
La historia de la Patagonia desde la llegada del blanco
Río de la Plata J. M. de Rosas Ofensiva de 1833 Tierra Adentro Batalla de San Carlos Adolfo A Alsina La Zanja Julio A. Roca Ofensiva preliminar de 1878 La Conquista La Iglesia Presidencia de Roca La avanzada final
Lic. Helena AizenLa historia de la Patagonia desde la llegada del blanco, es la historia de una larga guerra entre dos mundos. Los enfrentamientos, que desde el siglo XVIII y hasta fines del siglo XIX, fueron tomando un carácter militar cada vez más sangriento, marcaron el "encuentro" entre una sociedad, europea o criolla, decidida a expandirse, y una sociedad indígena dispuesta a proteger sus territorios.
El Virreinato del Río de la PlataA mediados del siglo XVIII, las incipientes estancias cercanas a la ciudad de Buenos Aires avanzaban sobre lo que en aquel tiempo era territorio indígena ocupando progresivamente los campos donde los aborígenes se abastecían de ganado salvaje. En procura de animales las comunidades se vieron entonces obligadas a asaltar con malones las estancias. Los habitantes de Buenos Aires para protegerse levantaron los primeros fortines. Las pequeñas construcciones de barro o empalizada trazaron la primer línea de frontera defendida por el Cuerpo de Blandengues: una especie de milicia formada por paisanos mal armados y mal pagados. La creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 benefició básicamente a la ciudad de Buenos Aires. Su prosperidad se apoyó en la riqueza ganadera de la región, pero su fuerza económica residió fundamentalmente en la ciudad portuaria, centro político del virreinato y sede de un activo intercambio comercial. En el territorio virreinal convivían blancos, negros, indios y mestizos. Españoles y Criollos fueron la "gente decente", rotulo que no implicaba necesariamente una buena situación económica, pero que otorgaba derechos negados a los demás. Protegidos por las leyes y celosos defensores de sus prerrogativas, criollos y españoles, se reservaron el ejercicio de la función política y la posibilidad de adquirir la prestigiosa categoría de "vecinos". Con el tiempo la oposición entre españoles y criollos fue agudizándose. La ocupación de España y la usurpación de la Corona por los franceses desencadenaron en el Río de La Plata los hechos de mayo de 1810: El Cabildo Abierto discutió la caducidad del Virrey y para reemplazarlo constituyó una Junta integrada en su mayoría por criollos. A partir de entonces comenzaron a producirse profundos cambios en una sociedad que empezaba a llamarse argentina. Influenciados por las ideas de la Revolución Francesa, los hombres de Mayo tuvieron un fuerte sentimiento de solidaridad con los habitantes originales de América. Sostenían que la conquista española había sido una usurpación de la propiedad y de los derechos de los Americanos y reconociendo a los indígenas como "hijos primogénitos de América" procuraron incorporarlos, mediante decretos, oficios, leyes y disposiciones legales, como miembros iguales a la nueva sociedad. Durante esa década predominó una política de integración basada en tratados y negociaciones pacificas con los indígenas del sur. Hacia 1820 el crecimiento de la industria ganadera reavivó la urgencia por expandir la frontera más allá del limite natural que trazaba el río Salado. Sin embargo las luchas entre Unitarios y Federales ocupaban toda la atención y los recursos. Los fondos que aportaban los hacendados para el mantenimiento del cuerpo de Blandengues no mejoraban la precaria protección de la línea fronteriza y la política defensiva ya no parecía suficiente. Los grandes malones que asolaron las poblaciones en esa época precipitaron la ofensiva violenta: Las campañas del coronel Martín Rodríguez primero, de Federico Rauch más tarde y en 1833 de Juan Manuel de Rosas, marcarían el inicio del proceso de exterminio. Juan Manuel de Rosas Juan Manuel de Rosas (1793-1877), nieto e hijo de terratenientes, conocía la vida del campo y las costumbres de los indígenas a los que empleaba como peones en los establecimientos rurales de su propiedad. Las buenas relaciones que como hacendado mantuvo con algunas de las comunidades y el respeto y la amistad que le brindaban varios caciques, le fueron de gran utilidad en su ejercicio político permitiéndole firmar alianzas que aseguraron su victoria sobre las bandas enemigas. Con el apoyo de los caciques Coyhuepan y Cachul, resistió la insurrección del General Lavalle contra el Gobernador Dorrego en 1828, asegurándose el enorme prestigio en Buenos Aires que lo llevaría poco después a la gobernación de la provincia. Su plan como gobernador era transformar el "desierto" colonizando las tierras ganadas. Propugnaba instalar en las estancias a las distintas comunidades dirigidas por sus caciques para que practicasen allí tareas agrícolas, ganaderas y artesanales. Sin embargo solo logro realizar este proyecto en forma limitada. La ofensiva de 1833Durante el primer gobierno de Rosas, si bien se logró restablecer la paz en la provincia, la frontera permaneció inestable. Intentando resolver el problema indígena el gobernador presentó ante la legislatura un plan de ofensiva. En febrero de 1833, tres divisiones iniciaron la marcha. Cerca de 3800 soldados avanzaron desde Cuyo y Buenos Aires hacia el sur bajo las ordenes de los generales J. M. de Rosas, José F. de Aldao y J. Ruiz Huidobro. La división comandada por Rosas, que contaba en sus filas con la presencia de los caciques Catriel y Cachul (Tehuelche) y Cañuquir, Rondeau, Mellin y Cayupan (Voroganos) entre otros, fue la única exitosa logrando la desbandada casi total de las comunidades de la región. El destacamento comandado por el general Angel Pacheco, 20 jefe de la división izquierda, llego hasta Chole-Choel, arrasando a su paso las toldería de los caciques Paylleren y Chocorí. La Gaceta Mercantil de Buenos Aires publicó en su edición del 24 de diciembre de 1833 los resultados alcanzados: "3200 indios muertos, 1200 individuos de ambos sexos prisioneros y se rescataron en total unos mil cristianos cautivos". La frontera se extendió en el extremo oeste y sudeste de la provincia de Buenos Aires. La línea defensiva pasaba ahora por Bahía Blanca, Médano Redondo (conocido después como fortín Mercedes) y Carmen de Patagones: se habían ganado 2900 leguas cuadradas de tierras, suprimido los malones linderos y concretado alianzas con las comunidades indígenas amedrentadas por la derrota. Desde 1835 hasta la batalla de Caseros en 1852, Rosas gobernó con la suma del poder público. La Constitución sancionada en 1853 y la elección de Justo José de Urquiza como Presidente fueron el inicio de la Confederación Argentina, que formada por trece provincias se enfrento durante diez años a Buenos Aires. Las fronteras totalmente desguarnecidas dejaron a las poblaciones a merced de los ataques indígenas que azotaron la provincia. La batalla de Pavón en 1860 determino la disolución de la Confederación y en 1862 Bartolomé Mitre fue electo Presidente de La Nación. Buenos Aires ya reincorporada al país, fue declarada por la legislatura Capital provisoria. El nuevo presidente no dejo de ocuparse del problema indígena. Intento arrinconar a las bandas mas belicosas del sur y detener a las otras mediante tratados de paz, sin embargo la lucha en las fronteras no se detuvo.Tierra adentro Tierra adentro era el nombre que daban los blancos al territorio indígena de la pampa y el norte de Patagonia. En él consolidaban sus fuerzas los Mapuche, Pehuenche, Ranqueles, Voroganos y Tehuelche septentrionales demostrando su creciente poderío en malones cada vez mejor organizados. Sin embargo la unidad indígena era constantemente minada por los tratados y alianzas que se establecían con los blancos, quienes buscando debilitar sus fuerzas fomentaban los enfrentamientos entre las distintas comunidades. Chocorí al mando de los Mapuche, fue el principal enemigo que debió enfrentar Rosas. Su territorio se extendía desde La Ventana y Bahía Blanca hasta la confluencia de los ríos Neuquén y Limay: el "País de las Manzanas", donde tenía sus principales tolderías. Aliado de los Voroganos, vivía en constante acoso de las poblaciones fronterizas. Logró escapar en varias oportunidades de la persecución de las tropas Rosistas hasta que fue finalmente sorprendido por el teniente General Francisco Sosa, quien había recibido del general Pacheco la orden de rodearlo y destruirlo. Muerto el Cacique Chocorí en 1834, su hijo Sayhueque lo sucedió en el mando. Los caciques Lucio, Juan Manuel Cachul, Juan Catriel y sus hijos Cipriano, Juan José y Marcelino, Tehuelche septentrionales todos, ocupaban la zona del arroyo Tapalqué cercana a Azul.Aliados de Rosas, sus comunidades se mantuvieron en paz hasta la caída del dictador. Al sur del Río Negro moraban dispersos los Tehuelches meridionales que no participaban de los malones. Los Ranqueles, grupo de origen Tehuelche araucanizado, cuyas tolderías se encontraban en el interior de la Pampa, sur de Córdoba, San Luis y oeste de Buenos Aires, fueron hostiles tanto a Rosas como a las autoridades que lo sucedieron. En Leuvucó tenían su asiento los caciques principales entre los que se destacó Yanquetruz por su poderío. Próxima a los Ranqueles, vivía una agrupación que respondía a las ordenes del coronel Manuel Baigorria, ex-oficial subalterno de José María Paz, que a la muerte de este se refugio entre los Ranqueles adoptando sus usos y costumbres. Encabezó malones contra Córdoba y el oeste de Buenos Aires hasta que producida la caída de Rosas entro al servicio de la Confederación. Los Pehuenche por su parte controlaban los pasos cordilleranos neuquinos, cumpliendo una función de intermediarios en el comercio de ganado. Cerca de Masallé, al oeste de Salinas Grandes, la comunidad de voroganos llegada de Chile a principios del siglo XVIII, fue sometida en 1835 por Calfucurá (Piedra Azul), un poderoso cacique araucano. Desde entonces el poderío del cacique iría creciendo hasta convertirlo en el más grande Toqui de Argentina. Ejercía su autoridad sobre numerosos caciques y capitanejos encabezando la "Confederación de Salinas Grandes", máxima expresión organizativa de las bandas indígenas de la época. Calfucurá, además de estratega, se destacó por su capacidad negociadora. Durante el gobierno de Rosas, Salinas Grandes y Buenos Aires fueron dos centros de poder con intenso intercambio y a la caída del dictador, desprotegido por Buenos Aires, Calfucurá llevó sobre la ciudad y sus alrededores una sucesión ininterrumpida de ataques, mostrando el apogéo de su poder que no declinaría hasta ser derrotado en la batalla de San Carlos en 1872. La batalla de San Carlos En 1870 el comandante de la frontera sur, Coronel Francisco de Elías, firmó un convenio con Calfucurá comprometiéndose ambos a mantener la paz, pero el mismo comandante algunos meses más tarde atacó las tolderías de los caciques Manuel Grande, Gervasio Chipitruz y Calfuquir (Caciques Tehuelche). La traición enfureció a Calfucurá, quien reunió a todos los araucanos, ranqueles y tehuelche disponibles y en marzo de 1872 atacó Alvear, 25 de Mayo y 9 de Julio en un impresionante malón. Esta invasión marcó la cima del poderío indígena. Las represalias que se desataron tres días después en la batalla de San Carlos, una de las más terribles producidas hasta entonces, marcaron el fin del poderoso Calfucurá, quien refugiado cerca de Salinas Grandes murió el 4 de junio de 1873. Adolfo Alsina Entre 1868 y 1874 gobernó como presidente electo Domingo F. Sarmiento. En 1874, nuevas elecciones proclamaron a Nicolás Avellaneda como presidente. Adolfo Alsina, nombrado Ministro de Guerra, propugnó un plan de avance paulatino hacia el sur, que aspiraba alcanzar el Río Negro logrando la paz con las comunidades indígenas: " El plan del Poder ejecutivo es contra el desierto para poblarlo y no contra los indios para destruirlos". Sin embargo la falta de una planificación adecuada y la incapacidad del gobierno de respetar minimamente en sus tratados los intereses de los indígenas, llevo a Namuncurá en un último gran esfuerzo por defender sus territorios, a organizar la "Invasión Grande": Aproximadamente 3500 araucanos y ranqueles arrasaron las poblaciones del centro de la provincia de Buenos Aires. La zanja de AlsinaEl Ministro de Guerra cambio su actitud y sin vacilar organizó la contraofensiva: Formadas en cinco divisiones, las tropas avanzaron a principios de 1876 sobre "Tierra Adentro". Aunque enfrentaron a los guerreros de Juan José Catriel, Namuncurá y Pincen, el resultado principal de la campaña fue la construcción de pueblos (Carhué, Guaminí, Puán, Trenque-Lauquen e Ita-ló), fuertes, fortines y una zanja de 374 Km entre Carhué y Laguna del Monte. Desde el principio de su gestión Alsina había proyectado una zanja paralela a la línea de frontera, que imposibilitara las invasiones. Dicha zanja de unos 3 metros de ancho por 2 de profundidad sólo dificultó el acceso de los indígenas sin impedir que la frontera siguiera siendo atacada y se mantuviera en extremo inestable. Las presidencias constitucionales de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, que se sucedieron desde 1862 hasta 1880 , marcaron un período en el que la fe estaba puesta en la inmigración europea, fundamentalmente anglosajona. Los dirigentes del país pensaban que este "aporte racial" mejoraría la "calidad étnica" y la mentalidad de los argentinos criollos. El modelo de "civilizacion" era el europeo, y en su nombre los otros pueblos, considerados "barbaros" debian ser sometidos. Tierra adentro seguía en manos de sus dueños originales pero su situación se hacia cada vez más difícil. El agotamiento y el hambre llevo a rendirse a comunidades como las de los caciques Ramón Platero (ranquel), Manuel Grande, Tripailao y Catriel (tehuelche). El poder indígena se debilitaba, sus filas disminuían por la muerte de numerosos guerreros y frente a los Remington y a las enfermedades traídas por los blancos pocos recursos les quedaban. Julio Argentino RocaLa muerte de Alsina en 1877 dejó a cargo del Ministerio de Guerra al General Julio Argentino Roca, cuyas ideas diferían sustancialmente de las de su antecesor. Para el nuevo Ministro el objetivo era claro: ... A mi juicio el mejor sistema de concluir con los indios, ya sea extinguiéndolos o arrojándolos al otro lado del río Negro, es el de la guerra ofensiva, que es el mismo seguido por Rosas, que casi concluyó con ellos...( carta del Gral Roca a Alsina). y su proyecto preciso: "Es necesario (...) ir directamente a buscar al indio en su guarida, para someterlo o expulsarlo, oponiendo enseguida, no una zanja abierta en la tierra por la mano del hombre, sino la grande e insuperable barrera del río Negro, profundo y navegable en toda su extensión, desde el océano hasta los Andes"- Mensaje y Proyecto presentado por el Gral.Roca al Congreso de la Nación el 14 de Agosto de 1878.La invención del frigorífico, que abría las puertas a la exportación de carne haciendo indispensable una expansión territorial, tanto como las pretensiones chilenas sobre la Patagonia, dieron un carácter de urgente a la campaña, que debía asegurar la soberanía argentina en esas tierras. En virtud del pedido formulado en el mensaje de 1878 el Congreso Nacional sancionó una ley por la cual se destinaban $ 1.600.000.- para el traslado de la frontera a los ríos Negro y Neuquén. De esta manera el General Roca estuvo en condiciones de ejecutar sus planes. Durante los últimos meses de 1878 dispuso una ofensiva preliminar a cargo de pequeños contingentes que irían desgastando a los indígenas con constantes ataques. Empezó por modernizar las tropas suprimiendo la artillería que restaba rapidez a las operaciones y resultaba ineficaz ante un enemigo en extremo móvil y disperso. Simplificó el equipo aboliendo las pesadas corazas para dar más soltura al personal e incrementó la construcción de líneas telegráficas para asegurar que las órdenes llegaran oportunamente. 1878: La ofensiva preliminar El plan preliminar buscaba "limpiar" de indígenas el territorio entre la frontera y el río Negro, ya fuere quebrando su moral, reduciendo sus efectivos o privándolos de sus haciendas. Manteniendo el sobresalto en ellos, se los obligaría a someterse voluntariamente o a emigrar hacia el interior del desierto. En 1878 el Coronel Levalle primero y al poco tiempo el Teniente Coronel Freire atacaron a Namuncurá en sus toldos provocándole más de 200 muertos. Ese mismo año Juan José Catriel se entregó prisionero al Coronel Vintter, con más de 500 hombres, y cerca de Laguna Malal, el Cacique Pincen fue sorprendido y capturado junto a 20 de sus mejores hombres. Todos ellos fueron trasladados a la isla Martín García para su confinamiento definitivo. El Cacique ranquel Epumer cayó prisionero en Leuvuco a manos de una partida al mando del capitán Ambrosio. La ley del 11 de octubre de 1878 creó la Gobernación de los Territorios de la Patagonia, recayendo la responsabilidad en el Coronel Alvaro Barros. "El nuevo gobierno tendrá por objeto principal fomentar el desarrollo de las poblaciones mencionadas, promover la fundación de otras y contribuir al éxito de la expedición proyectada, siendo además su existencia indispensable para la radicación definitiva de la nueva ley de fronteras, una vez que haya sido ocupada." Mensaje dirigido al Congreso de la Nación en septiembre de 1878 por el Presidente Avellaneda y el Gral. J.A. Roca.1879: "La Conquista del desierto"El plan de desgaste había sido exitoso: las comunidades de Pampa y Patagonia completamente debilitadas por las pérdidas se preparaban a recibir el asalto final. En este contexto se inició la autodenominada "Conquista del Desierto", golpe final del paulatino proceso de exterminio y desarticulación cultural que desde hacía más de medio siglo se estaba llevando a cabo. Entre abril y mayo de 1879 se realizó la acción relámpago. Cerca de 6000 soldados, en 5 divisiones equipadas con el mejor armamento de la época, avanzaron decididas a barrer la llanura. El General Roca los comandaba "en esta cruzada inspirada por el más puro patriotismo, contra la barbarie" ,como él mismo la calificara en su mensaje a los soldados del Ejército Expedicionario, el 26 de abril de 1879. La primera división al mando del General Roca estaba compuesta por casi 2000 hombres, entre los cuales 105 eran indígenas. Partieron de Carhué el 29 de abril de 1879 y arribaron el 24 de mayo a Chole-Choel. La ocupación pacífica del lugar significó, para los indígenas, la pérdida de uno de sus bastiones más importantes. Un mes más tarde Roca regresó a Buenos Aires, dejando al Coronel Conrado Villegas a cargo de las fuerzas. La segunda división, al mando del Coronel Nicolas Levalle, contó con 450 soldados entre los cuales 125 eran indígenas del Cacique Tripailao. En su avanzada hacia Traru-Lauquen (La Pampa) enfrentó a los indígenas provocando importantes pérdidas entre los hombres de Namuncurá.Eduardo Racedo fue el comandante de la tercera división que avanzó hacia Potahue al frente de 1350 hombres, entre ellos se contaban numerosos indígenas ranqueles y de los Caciques Cuyapán y Simón. Persiguió infructuosamente al Cacique Baigorrita y aunque no logró capturarlo, cerca de 500 indígenas cayeron prisioneros. Napoleón Uriburu al mando de la cuarta división partió el 21 de abril desde Mendoza con destino a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén. En la zona del actual Chos Malal sorprendió a las tolderías ranqueles del Cacique Peyeumán provocando numerosas muertes, entre ellas la del Cacique. En Río Agrio batieron al cacique Painé haciéndolo prisionero junto a 60 de sus hombres, y en su avanzada lograron finalmente la muerte del cacique Baigorrita. La cuarta división finalizó su campaña obteniendo un resultado de 1000 indígenas muertos y 700 prisioneros. La quinta división al mando del Teniente Coronel Hilario Lagos, inició su marcha desde Trenque Lauquen, a su paso 150 indígenas cayeron prisioneros en los breves combates que mantuvo en los montes de Acahue y Calcahue. En Curu-Pichi-Cajuel, el Teniente Coronel Godoy persiguió y dio muerte al capitanejo Lemumier y su hijo. La quinta división capturó en su expedición 629 prisioneros. El avance de las cinco divisiones fue incontenible. En dos meses lograron ocupar la llanura hasta más allá de los ríos Negro y Neuquén, recuperar 500 cautivos y diezmar a las comunidades indígenas. Sólo quedaban libres, ahora, los últimos caciques. De acuerdo con la Memoria del Departamento de Guerra y Marina de 1879, los resultados de la campaña fueron los siguientes: 5 caciques principales prisioneros 1 cacique principal muerto (Baigorrita) 1.271 indios de lanza prisioneros 1.313 indios de lanza muertos 10.513 indios de chusma prisioneros 1.049 indios reducidos .Los últimos indígenas debilitados eran empujados cada vez más al sur por una frontera que ahora se extendía sobre los ríos Neuquén y Negro. Se ganaron así más de 15.000 leguas de tierras y posteriormente se crearon pueblos y colonias en las márgenes de los ríos Colorado, Negro, Neuquén y Santa Cruz. Con el traslado de la frontera al río Negro se abrieron y facilitaron las comunicaciones del interior hacia el litoral atlántico. Se extendió progresivamente la red telegráfica militar, que luego fue entregada a la administración civil. Se establecieron colonias indígenas para los sobrevivientes. Así se destinó por decreto de febrero de 1879, el Fortín General Conesa, sobre el río Negro, como colonia indígena para los restos de la tribu de Catriel. A los colonos debía dárseles elementos para construir las viviendas; semillas; útiles de labranza. Un sacerdote que viviría en la colonia, promovería su conversión al catolicismo y la colonia estaría bajo las órdenes de un intendente militar, encargado de vigilar y administrar la misma. Para los indígenas prisioneros se previó su ocupación inmediata, diseminándolos en poblaciones rurales. Muchos fueron enviados a Tucumán para las tareas de la zafra, o a Entre Ríos. Mediante duros trabajos se pretendió adaptarlos a la "civilización". La Iglesia en la ConquistaEl acceso de Monseñor Federico Aneiros al arzobispado de Buenos Aires a mediados de 1873, permitió el fortalecimiento de una política más orgánica hacia las comunidades de la llanura. El nuevo Vicario fundó el "Consejo Para la Conversión de los Indios al Catolicismo" y en el período 1873-1879 se crearon o revitalizaron varios centros de acción misionera, algunos de los cuales contaron con la aceptación temporal de los caciques. Aunque la iglesia intento acuerdos, especialmente con Namuncurá, los parlamentos mantenidos no tuvieron éxito y la resistencia de los indígenas a incorporar una nueva religión, fueron desalentando a los misioneros. Sin embargo los mismos misioneros denunciaban que los descontentos surgidos entre la masa indígena se debían basicamente a la "poca fidelidad del gobierno en cumplir sus compromisos respecto de ellos". La "Conquista del Desierto" quebró por completo la línea de acción de la iglesia en aquel tiempo. Aunque el General Roca llevaba como capellan de la campaña a Monseñor Antonio Espinosa, la militarización de la cuestión indígena convirtió a los misioneros en meros asistentes de enfermos y moribundos. Tras la expedición de Roca, la iglesia intensificó su función de intermediaria recibiendo las demandas de los caciques aún libres e intercediendo ante el gobierno para que deje sin efecto las condenas a prisión de los indígenas. Presidencia de RocaEl año 1880 se inició con una rebelión encabezada por el Dr. Carlos Tejedor, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires y una revuelta en Corrientes contra el Gobierno Nacional, los indígenas aprovechando las circunstancias volvieron a atacar. En octubre de ese año Roca asumió la Presidencia de la Nación, gracias a la popularidad alcanzada con la victoria de 1879. El nuevo Ministro de Guerra y Marina, Coronel Benjamín Victorica, siguió el camino marcado por su antecesor y ordenó al General Villegas el inicio de una expedición al actual territorio de Neuquén, teniendo como meta el lago Nahuel Huapi. Para Roca "...la República no termina en el Río Negro; más allá acampan numerosos enjambres de salvajes que son una amenaza para el porvenir y que es necesario someter a las leyes y usos de la Nación". Mientras tanto los indígenas que lograron substraerse a las batidas anteriores, no tenían residencia fija y por temor a nuevos encuentros ambulaban hambrientos por los valles cordilleranos. Algunos lograron eludir el control de fortines y patrullas realizando asaltos de regular importancia. La avanzada finalA principios de 1881 se inició la última etapa de la campaña, organizando tres brigadas que movilizaron a 1700 hombres bajo las órdenes del Coronel Conrado Villegas. La primera brigada bajo el mando del Teniente Coronel Rufino Ortega realizó una breve campaña en la que enfrentó a Tacumán, hijo del cacique Sayhueque. Llegó al Nahuel Huapi el 3 de abril, dejando a su paso 23 indígenas muertos. La segunda brigada a cargo del Coronel Lorenzo Vintter, sorprendió cerca del Collon-Curá al Cacique Molfinquéo tomando 48 prisioneros, en la búsqueda de Sayhueque dejo 17 indígenas muertos. La tercera brigada al mando del Coronel Liborio Bernal, en su camino hacia el Nahuel Huapi capturó a 140 indígenas y abatió a 45. Sin embargo los principales caciques seguían libres, "Prefieren morir peleando que vivir esclavos" y en 1882 realizan los últimos ataques. Una nueva campaña se preparaba. A fines de 1882 cerca de 1400 hombres al frente del ahora General Villegas se disponían a terminar definitivamente con los indígenas. La primera brigada comandada por el Teniente Coronel Rufino Ortega sostuvo violentos combates con ranqueles y araucanos. El Cacique Millamán se rindió con casi 100 indígenas. El Teniente Coronel Ruibal se batió con el cacique Queupo ocasionando numerosas muertes entre los indígenas. El Cacique Cayul cayó prisionero con 80 de sus hombres. El Mayor José Daza sorprendió a Alvarito Rumay, quien perdió entre muertos y prisioneros a más de 40 guerreros. Los capitanejos Cayupán y Nahuelpán fueron capturados. A su paso la primera brigada dejó alrededor de 120 indígenas muertos y más de 500 prisioneros. La segunda brigada al mando del Teniente Coronel Godoy realizó una serie de operaciones persiguiendo a Namuncurá, Reuque-Curá y Ñancuche. Este último logró pasar a Chile mientras que Reuque-Curá cayó en prisión. En su avanzada la segunda brigada dejo un saldo de cien muertos y 700 prisioneros. La tercer brigada encabezada por el Teniente Coronel Nicolás Palacios, se lanzó sobre Sayhueque e Inacayal. Aunque no logró atrapar a los caciques, 145 indígenas fueron muertos y cerca de 500 hechos prisioneros. La campaña de Villegas había expandido la frontera en 1882 a toda la Provincia de Neuquén, defendida ahora por 15 nuevos fortines y fuertes: 364 indígenas más habían sido muertos y más de 1700 fueron nuevos prisioneros. El 5 de Mayo de 1883 el General Villegas informaba: "En el territorio comprendido entre los ríos Neuquén, Limay, Cordillera de los Andes y Lago Nahuel Huapi; no ha quedado un solo indio, todos han sido arrojados a occidente.(...) Al sur del río Limay, queda del salvaje los restos de la tribu del Cacique Sayhueque, huyendo, pobre, miserable y sin prestigio"(...) En 1884 el entonces gobernador de la Patagonia general Wintter dispuso el ataque final contra Sayhueque e Inacayal, para entonces Namuncurá, extenuado, se había rendido con 330 de sus hombres. Los caciques, reunidos en un gran parlamento, intentaron organizar una defensa desesperada. Provistos de armas de fuego fueron al combate con el compromiso de pelear hasta morir. Varios caciques se vieron obligados a rendirse. Agotado y desmoralizado, en una situación de arrinconamiento insostenible, Sayhueque se entregó el 1 de enero de 1885 con más de 3000 hombres. Muchos indigenas murieron en combate y los restantes libraron la última batalla el 18 de octubre de 1884: aquel día, Inacayal y Foyel se enfrentaron al teniente Insay y cayeron prisioneros. Junto con sus hermanos, mujeres e hijos, ambos caciques fueron llevados, en 1886, a vivir al Museo de la Plata. El Dr. Moreno, fundador de la institución, intentaba de esta manera retribuirles su hospitalidad. "Y un día, cuando el sol poniente teñía de púrpura el majestuoso propíleo de aquel edificio (...), sostenido por dos indios, apareció Inacayal allá arriba, en la escalera monumental; se arrancó la ropa, la del invasor de su patria, desnudó su torso dorado como metal corintio, hizo un ademán al sol, otro larguísimo hacia el sur; habló palabras desconocidas y, en el crepusculo, la sombra agobiada de ese viejo señor de la tierra se desvaneció como la rápida evocación de un mundo. Esa misma noche, Inacayal moría, quizas contento de que el vencedor le hubiese permitido saludar al sol de su patria". Clemente Onelli. Fue el 24 de septiembre de 1888. Cuando al año siguiente se abrieron al público las puertas del Museo de la Plata, Inacayal no era más que una curiosidad etnológica con el Nº 5438. Un siglo despues, en 1994, fue enterrado en Tecka, provincia de Chubut
Copyright. Lic. Helena Aizen, Tam Muro, 1992Fuente: Museo de Bariloche
Todo tiempo pasado fue mejorPor Jimay Apshamatelaulayuu@latinmail.com Nuestros antepasados vivian mejor que ahora, pues las condiciones no eran las mismas, no habia tanta tecnología y no habia tanta gente que se acercara a nuestras tierras....La gran tarea que tenemos nosotros los herederos de estas tierras sagradas, sagradas no por que tengan un valor material, ni por que queramos que sea asi, la misma historia lo dice y nosotros somos historia, historia que se resiste al olvido y lucha por sobrevivir en este mundo cambiante, donde el poder es el centro de todo de todo lo malo por supuesto. En épocas pasadas cuando la palabra tenia poder y se convertia en el unico medio para solucionar nuestros conflictos donde las armas, malditas armas, solo se usaban como último recurso de defensa ante la barbarie e intolerania de nuestros hermanos, pero donde rara vez se llegaba a tal extremo. Tiempo bendito aquel donde las abuelas eran felices de buscar el agua, de sembrar maiz, frijol, patilla, melón, auyama., los nietos eran los encargados del rebaño si, eran los responsables de la supervivencia del chivo, las ovejas y las vacas y le encontraban tanto placer al pastoreo que se desenfrenaban en la practica del mazi, truompa, saguagua y otros instrumentos que hoy apenas conocemos, los abuelos fuertes como el tronco de los trupillos encadenados a su chinchorro para escondersele a la muerte, muerte que sabe donde buscar pero sobre todo donde encontrar... Las tías, mujeres llenas vigor, vigor de desirto las que nos concienten, nos pechichan o nos dan de mamar en caso de que la mamà no este, epoca de yomna, de poi, de yajaushi., época de abundancia, abundancia de paz que era lo importante, porque existía el respeto, el respeto por las diferencias. Si mi abuela despertara de su sueño eterno y regresara del infinito, con la misma suerte añorara regresar y muerta de pánico rogara por nosotros los habitantes de este mundo tan diferente al que ella dejó algun día a sus hijos. Hoy nosotros solo podemos, además de mirar con tristeza nuestro pasado, ponerle la cara a nuestro presente y unir fuerzas para gritarle al mundo "hey nosotros existimos desde antes que ustedes se inventaran las vacunas y los viajes espaciales y las fronteras y las ayudas internacionales que en el fondo son conquistas." Los pueblos indígenas, nosotros, los verdaderos herederos de estas tierras, los que sufrimos junto con ella el desgaste por el paso del tiempo, y claro lo que cada visitante de turno que se cree padre de la patria nos deja.... --------------------------------------------------------------------------------© 2001-2005 Argentina Centro de Medios Independientes (( i )). Copyleft: Se permite la copia, distribución y uso de los contenidos de Indymedia Argentina, siempre y cuando NO se utilice con fines comerciales, a no ser que se obtenga permiso expreso del autor y en todos los casos se reconozca la autoría (poniendo como fuente http://argentina.indymedia.org)
El ajusticiamiento de Rauch en Las VizcacherasPor Adrián Moyano*El 28 de marzo de 1829 un peñi terminó con la vida del mercenario prusiano. Pero el hecho no fue resultado del arrojo individual, fue la respuesta colectiva de una parte del pueblo mapuche.A los libros llegó la versión de la historia que no escribieron los mapuche. A las obras pictóricas también. En un dibujo reproducido hasta el hartazgo, un tal Fortuny (Fortini dicen otros) inmortalizó la muerte de Federico Rauch, la que tuvo lugar el 28 de marzo de 1829 en el combate de Las Vizcacheras. En la escena puede apreciarse a un gallardo militar que sable en mano, trata de enderezar a su caballo, el que ha sido boleado. Luce un uniforme que se sugiere impecable, una gorra que pese a la violencia del entrevero, está firmemente instalada sobre su cabeza. Se muestra elegante hasta en la derrota. Su monta tiene las patas traseras enredadas por un bolazo. A su alrededor, pueden contarse trece jinetes mapuche. Algunos sonríen. Uno de ellos carga lanza en ristre sobre la espalda del soldado. Otro ya echó pie en tierra. Pisa los pastos generosos de Puelmapu. Es un gran trabajo plástico: semiocultas por la polvareda que levantó el enfrentamiento, varias siluetas continúan con la pelea. Si no tuviéramos más datos sobre Las Vizcacheras, podríamos concluir que se trató de una emboscada. En el lienzo, el infortunado sufre una abrumadora inferioridad numérica. No hay otros soldados que aparezcan cerca. El más próximo está montado y de espaldas, sable en mano, luchando contra algún adversario que no alcanza a divisarse. Su vestimenta se adivina similar a la del caído. Trece contra uno... Al pintar también se construyó el estereotipo del "indio flojo" y traicionero. ¿Cuántos observadores habrán supuesto que este combate fuera uno de los tantos que libraron durante el siglo XIX las tropas de los sucesivos gobiernos winka con las diversas parcialidades mapuche? En los últimos tiempos, la figura y actuación del coronel Rauch fue objeto de revisión por parte de Osvaldo Bayer, uno de los intelectuales más lúcidos de la Argentina y además, uno de los pocos que ha puesto su trabajo desinteresado al servicio de la verdad histórica que atañe al pueblo mapuche. De hecho, ideó la campaña Awka Liwen, que propone erradicar de todos los espacios públicos del país a los monumentos que homenajean al general Roca, dos veces presidente de los argentinos y ejecutor de la llamada Campaña al Desierto. En realidad, Bayer comenzó a echar luz sobre la figura de Rauch hace tres décadas y como consecuencia de sus aseveraciones, conoció el calabozo, cuando un descendiente del militar tuvo poder para encarcelarlo. Matices más, matices menos, el relato que nos entrega el escritor y periodista señala que el hombre del caballo boleado había sido contratado por el gobierno de Bernardino Rivadavia en 1826 para limpiar las pampas de rankülche. Se trataba de un prusiano que había servido a las órdenes de Napoleón, es decir, lisa y llanamente un mercenario. El europeo se ufanaba de su practicidad: "hoy hemos ahorrado balas, degollamos a veintisiete ranqueles", le comunicó en una oportunidad a su superioridad. Pero hete aquí que se encontraría con la horma de su zapato. Siempre según el autor de "Los vengadores de la Patagonia trágica" un peñi –"un indio joven, apuesto, alto y de pelo largo"- al que los soldados llamaban Arbolito, esperó pacientemente al prusiano en una rugosidad del terreno, lo dejó pasar, le boleó el caballo y cuando éste se desplomó, rápidamente lo degolló. Bayer también comenta que Buenos Aires recibió al cadáver del prusiano con toda pompa y que sus exequias fueron muy lujosas. A tal punto fueron valorados sus servicios que una localidad bonaerense lleva su nombre: Coronel Rauch. En cambio, se queja Don Osvaldo, nadie recuerda a Arbolito, el "héroe de las pampas, el querido indio Arbolito". Pero ni del dibujo de Fortuny ni del relato de Bayer se desprende un dato central. El combate que tuvo lugar en Las Vizcacheras aquel día no estuvo exclusivamente protagonizado por los kona rankülche de un lado y las tropas bonaerenses por el otro. En rigor, allí se enfrentaron un contingente federal de aproximadamente 600 hombres y otro unitario, de número similar. En el diciembre anterior, los sectores que habían sido desplazados del poder por la gestión de Manuel Dorrego, se habían sublevado e inclusive, el malogrado gobernador fue fusilado. Allí comenzó uno de los innumerables capítulos que constan en la historia de las guerras civiles argentinas. A Las Vizcacheras hay que situarla en ese marco. Las tropas leales a Lavalle –el fusilador de Dorrego- eran comandadas por Rauch, quien marchaba al frente de sus Húsares de Plata y contaba con otras unidades. Del lado federal participó Prudencio Arnold, quien más tarde llegó al grado de coronel y como muchos de los militares de su época, tuvo la ocurrencia de escribir sus memorias. Cuenta en su libro "Un soldado argentino", que Rauch les venía pisando los talones, con la ventaja de comandar tropas veteranas de la guerra del Brasil. Los federales llegaron a Las Vizcacheras casi al mismo tiempo que un nutrido contingente de pu kona, que combatirían a su lado. Dice Arnold: "en tales circunstancias el enemigo se avistó. Sin tiempo que perder, formamos nuestra línea de combate de la manera siguiente: los escuadrones Sosa y Lorea formaron nuestra ala derecha, llevando de flanqueadores a los indios de Nicasio; los escuadrones Miranda y Blandengues el ala izquierda y como flanqueadores a los indios de Mariano; el escuadrón González y milicianos de la Guardia del Monte al centro, donde yo formé". Arnold no brinda más datos sobre los lonko que guiaban a los peñi salvo que Nicasio llevaba como apellido cristiano Maciel, "valiente cacique que murió después de Caseros". Rotas las hostilidades, Rauch arrolló el centro de los federales y se empeñó a fondo –siempre según el relato de su adversario- sin percibir que sus dos alas eran derrotadas. Se distrajo y comenzó a saborear su triunfo pero pronto se vio rodeado de efectivos a los que supuso suyos. Hay que recordar que por entonces, los federales sólo se diferenciaban de los unitarios por un cintillo que llevaban en sus sombreros, el que decía "Viva la federación". Anotó su rival: "cuando estuvo dentro de nosotros, reconoció que eran sus enemigos apercibiéndose recién del peligro que lo rodeaba. Trató de escapar defendiéndose con bizarría; pero los perseguidores le salieron al encuentro, cada vez en mayor número, deslizándose por los pajonales, hasta que el cabo de Blandengues, Manuel Andrada le boleó el caballo y el indio Nicasio lo ultimó... Así acabó su existencia el coronel Rauch, víctima de su propia torpeza militar". A raíz de su acción, Andrada fue ascendido a alférez. No obstante, no figura en el dibujo de Fortuny, en el cual sólo aparecen "indios". Sobre el degüello del prusiano, Arnold se limita a señalar que "se le cortó la cabeza...". No afirma que fueron manos mapuche quienes cercenaron el cogote del mercenario aunque bien podría haberlo hecho, porque en el resto de su narración queda en claro que no le tenía la menor estima a los peñi que combatían a su lado. Para evitar cualquier condena posterior, tenía a mano el recurso de depositar esa responsabilidad en los "salvajes". Así lo hicieron los historiadores argentinos de más tarde, que en lugar de convivir con la práctica de ese acto que hoy consideramos deleznable, prefirieron ubicarlo afuera, en el "Otro". Es más cómodo, más soportable, suponer que Rauch fue descabezado por un mapuche que por un soldado federal, que en definitiva era un blanco, un hombre de la civilización. Claro que más tarde, los jefes "nacionales" se cansaron de degollar gauchos durante las insurrecciones montoneras, pero esa es otra historia. En la obra pictórica a la que hacemos referencia no sólo no aparece el cabo de Blandengues, tampoco lo hace ningún efectivo federal. Es decir, falsea la realidad. Indirectamente, omite desde el arte un dato suficientemente probado, los mapuche no sólo fueron protagonistas indiscutidos de su propia historia en los tiempos republicanos a uno y otro lado de la cordillera, también intervinieron y en ocasiones de manera decisiva, en los sucesos que hilvanaron el devenir histórico de la Argentina. Una simplificación práctica nos permitiría afirmar que con el correr de los años, los rankülche aparecieron como aliados de los unitarios y que los chaziche de Kalfükura solieron cabalgar al lado de los federales. Estos alineamientos no fueron automáticos pero además, es preciso entender que las alianzas que celebraron las diversas parcialidades poco tuvieron que ver con la adhesión a los principios centralistas o a los federales, sino que se explicaban por la dinámica interna del pueblo mapuche. Por eso en más de una oportunidad y en el marco de las guerras civiles argentinas, hubo pu kona de uno y otro lado. Al origen de esas oposiciones hay que buscarlo en los más recónditos pliegues del pasado mapuche, jamás se agotará su explicación en los vaivenes de la política winka. Los peñi de Nicasio y Mariano tuvieron sobradas razones para combatir a Rauch al lado de los federales. El prusiano había llegado a Buenos Aires en 1819 y en 1826 ya era jefe. Expedicionó hacia Kakel y Sierra de la Ventana, en carrera encarnizada detrás de los lofche. Les arrebató miles de cabezas de ganado, destruyó los toldos e hizo prisioneros. "Persigue hasta el exterminio en los vericuetos de la Sierra de la Ventana a los derrotados...", escribió el "progresista" Álvaro Yunque hacia 1956. A pesar de sus ideas supuestamente de avanzada, para Yunque Rauch fue "un jefe excepcional". Decía el investigador: "Así exterminó muchas tribus del sud y del oeste. Y llevó la confianza a los hacendados sobre quienes se erguía la riqueza de Buenos Aires. Tan es así que el propio Rosas, siempre tan avaro en sus pesos y a pesar de su amistad con Rauch, propicia una suscripción entre los estancieros en beneficio de los húsares: gratitud de propietario para con el can bravo que lo defiende". Para los invasores latifundistas, un "can bravo". Para los mapuche, uno más de los winka trewa. El mercenario les había arrebatado a las comunidades de esa zona del Puelmapu 70 mil kilómetros cuadrados. Hay que tomarse el trabajo de observar un mapa de la actual provincia de Buenos Aires. Bayer dice que la ciudad de Coronel Rauch se levanta cerca de donde ocurrió el combate de Las Vizcacheras, ¡tan cerca del mar! Algo más al sur se alzan las sierras de Tandil y La Ventana. ¡Esas tierras también eran territorio mapuche! Durante la gestión del fusilado Dorrego la frontera había llegado hasta Cabo Corrientes, ¡hoy Mar del Plata! Alrededor resiste la toponimia en mapuzugun: Chapaleofú (una localidad); Arroyo del Gualicho; Napaleofú (otro pueblo); Mechongue (uno más); Tamangueyu (otro); Nahuel Rucá (más)... ¡Hasta el recuerdo de Calfucura está presente gracias a la denominación de un pequeño poblado! Los ejemplos se multiplican. Esperemos que los debates como el que queremos presentar, también proliferen. No sabemos si Arbolito o Nicasio fueron la misma persona. Esa discusión no tiene mayor trascendencia. Sí nos parece importante destacar que el ajusticiamiento de Rauch no fue solamente la obra de "un indio joven, apuesto, alto, de pelo largo". No creemos que haya sido la respuesta individual de un peñi más indignado que el resto. Pensamos que fue la reacción calculada y premeditada de al menos, dos lonko y sus respectivos kona, que vieron en las luchas intestinas de los winka la posibilidad de frenar las usurpaciones territoriales que desde el mismísimo 1810, los argentinos estaban perpetrando contra los hermanos. Quizá haya sido "el querido indio Arbolito" el "héroe de las pampas" que supone Don Osvaldo. Pero los héroes históricos que el pueblo mapuche ha consagrado son Leftraro, Kawpolikan, Pelantraro, Lientur, Kalfükura, Kilapan, Pincen, Baigorrita y tantos otros. Ellos también enrojecieron sus cuchillos con la sangre de los usurpadores, alguna vez fueron jóvenes, no todos resultaron apuestos y mucho menos altos, pero reunieron en sus personas la sapiencia, la astucia, la valentía, la dignidad y la tenacidad de un pueblo que a 176 años de Las Vizcacheras, continúa abriéndose paso con el waiki del pensamiento. Pero también con acciones menos simbólicas si es necesario. * Periodista, licenciado en Ciencias Políticas, colaborador de la Organización Mapuche Tehuelche "11 de Octubre" y del periódico mapuche Azkintuwe.--------------------------------------------------------------------------------© 2001-2005 Argentina Centro de Medios Independientes (( i )). Copyleft: Se permite la copia, distribución y uso de los contenidos de Indymedia Argentina, siempre y cuando NO se utilice con fines comerciales, a no ser que se obtenga permiso expreso del autor y en todos los casos se reconozca la autoría (poniendo como fuente http://argentina.indymedia.org)
Domingo Faustino Sarmiento Uno de los prohombres argentinosPadre de Domingo Felipe Cavallo, Jose Alfredo Martinez de Hoz, Mauricio Macri, Jose Sobich, Ricardo Lopez Murphy, Guillermo Walter Klein, Alvaro Alsogaray, Roberto Alemann, y siguen las firmas. Sus Dichosos Dichos Dicharacheros Sobre la MARINA NACIONAL : -El día que Buenos Aires vendió su Escuadra hizo un acto de inteligencia que le honra. Las costas del Sur no valdrán nunca la pena de crear para ellas una Marina. Líbrenos Dios de ello y guardémonos nosotros de intentarlo. (Domingo Faustino Sarmiento El Nacional, 12/12/1857 y 7/6/1879). Sobre las COLONIAS EXTRANJERAS Y LAS MALVINAS : -La Inglaterra se estaciona en las Malvinas. Seamos francos: esta invasión es útil a la civilización y al progreso. (Domingo Faustino Sarmiento El Progreso, 28/11/1842). -Propicio una colonia yanqui en San Juan y otra en el Chaco hasta convertirse en colonias norteamericanas de habla inglesa porque EEUU es el único país culto que existe sobre la tierra. España, en cambio, es inculta y barbara. En trescientos años no ha habido en ella un hombre que piense... Europa ha concluido su misión en la historia de la humanidad. (Domingo Faustino Sarmiento años 1866 y 1868) (Por último se lamenta que hallamos vencido a los ingleses en las invasiones). (Cf. Gálvez, 449, 90 y 132) Sobre EL GAUCHO ARGENTINO : -Se nos habla de gauchos...la lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos. (Carta de Domingo Faustino Sarmiento a Mitre de 20 de Septiembre de 1861 y El Nacional 3/2/1857) Sobre la IGUALDAD DE LAS CLASES : -Cuando decimos pueblo, entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara (Diputados y Senadores) ni gauchos, ni negros, ni pobres*. Somos la gente decente, es decir, patriota. (Domingo Faustino Sarmiento Discurso de 1866) (*interesante apreciación de Sarmiento descendiente de negros, por parte materna y nacido pobre, N. del A.). LOS DESHEREDADOS SOCIALES : -Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos?. ¿Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer. (Discurso de Domingo Faustino Sarmiento en el Senado de Buenos Aires, 13 de Septiembre de 1859) Sobre LA MASA POPULAR : -Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad?. El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas. (Domingo Faustino Sarmiento En Buenos Aires, 1853; Carta a Batolome Mitre del 24 de Septiembre 1861; en EEUU. 1865) Sobre EL INDIO AMERICANO : -¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado. (Domingo Faustino Sarmiento El Progreso, 27/9/1844; El Nacional, 25/11/1876) Sobre la PALABRA DE HONOR : -Si miento lo hago como don de familia, con la naturalidad y la sencillez de la verdad. (Carta de Domingo Faustino Sarmiento a M. R. Garcia, 18/10/1868) (Palabra de honor del presidente de los argentinos e historiador nacional) Sobre EL LIBRO FACUNDO (CIBILIZACION Y BARBARIE) : -Jovencito: no tome como oro de buena ley todo lo que he escrito contra Rosas" (Consejo de Domingo Faustino Sarmiento dado a Ramos Mexía). -Los muchos errores que contiene son una de las causas de su popularidad. (La Crónica, 26/12/1853). - Lleno de inexactitudes, a designio a veces. (Carta de Domingo Faustino Sarmiento a Paz, 22/12/1845). -Cada pagina revela la precipitación con que ha sido escrito. (Domingo Faustino Sarmiento Recuerdos de Provincia.). -Sin documentos a la mano y ejecutado con propósitos de acción inmediata (Carta de Domingo Faustino Sarmiento a Valentin Alsina, 7/4/1851). Sobre el MODELO DE ESTUDIANTE : -La plana (libreta escolar) era abominablemente mala, tenia notas de policía (conducta deficiente), había llegado tarde, me escabullía sin licencia (se rateaba) y otra diabluras con que me desquitaba del aburrimiento. (Domingo Faustino Sarmiento. Mi defensa, año 1843) Como SEMBRADOR DE ESCUELAS : -En Buenos Aires solo logre fundar dos escuelas (Carta de Domingo Faustino Sarmiento a M. Mann, 15/5/1866). -De treinta jóvenes que era la dotación de la Escuela de Preceptores que dirigía en Chile, veintiocho fueron expulsados (Domingo Faustino Sarmiento El Monitor, 15/8/1852). - En Santa Rosa de Chile fui real maestro de escuela, no habiéndolo sido antes ni después. ( Domingo Faustino Sarmiento 8/4/1884). -En la ciudad de Buenos Aires se han construido solo dos edificios de escuelas en estos veinte años. (Domingo Faustino Sarmiento de 1858 a 1878). -Mientras tanto no se intenta nada. En la única escuela normal de varones el 95% son ineptos; el 30% debió ser expulsado, y el resto solo concurre por el aliciente del viático con que se premia su asistencia a clase. De las dos escuelas normales de mujeres se debió suprimir una. (Domingo Faustino Sarmiento Informe de 1878). Sobre LOS UNIVERSITARIOS : -Si algo habría de hacer por el interés publico seria tratar de contener el desarrollo de las universidades... En las ciudades argentinas se han acumulado jóvenes que salen de las universidades y se han visto en todas las perturbaciones electorales... Son jóvenes que necesitan coligarse en algo porque se han inutilizado para el comercio y la industria. La apelación de ´Doctor´ contribuye a pervertirles el juicio... El proyecto de anexar colegios nacionales a la universidad es ruinoso y malo, pues contribuirá a perturbar las cabezas de los estudiantes secundarios e inutilizarlas para la vida real que no es la de las universidades ni de los doctores. La educación universitaria no interesa a la nacion ni interesa a la comunidad del país... Generalmente en todo el mundo las universidades son realmente libres. Nada tiene que ver ni el estado ni nadie con las universidades. (Senador Nacional, Domingo Faustino Sarmiento 27/7/1878 y 19/9/1878) MASACRE PATRIOTICA : -Necesitamos entrar por la fuerza en la nacion, la guerra si es necesario. (Domingo Faustino Sarmiento, año 1861). -Los sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier numero que sean. (Domingo Faustino Sarmiento año 1868). -Es preciso emplear el terror para triunfar. Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los medios de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna, imitando a los jacobinos de la época de Robespierre. (Domingo Faustino Sarmiento año 1840). -A los que no reconozcan a Paz debiera mandarlos ahorcar y no fusilar o degollar. Este es el medio de imponer en los ánimos mayor idea de la autoridad (Domingo Faustino Sarmiento año 1845). - Hemos jurado con Sarmiento que ni uno solo ha de quedar vivo. (Bartolome Mitre en 1852). Sobre la DEMOCRACIA SANGUINARIA : -La muerte del gobernador Benavidez es una acción santa sobre un notorio malvado. ¡Dios sea loado! (Domingo Faustino Sarmiento, El Nacional, 23/10/1858). -Acabé con el Chacho (el General Peñaloza). - He aplaudido la medida precisamente por la forma. Sin cortarle la cabeza a ese pícaro, las chusmas no se habrían aquietado. (Carta de Domingo Faustino Sarmiento a Mitre, 18/11/1863). -Córteles la cabeza y déjelas de muestra en el camino. (Carta de Domingo Faustino Sarmiento a Arreondo, 12/4/1873). -Si el coronel Sandes mata gente (en las provincias) cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición (esos provincianos que defienden sus autonomías) que no se que se obtenga con tratarlos mejor. (Informe de Domingo Faustino Sarmiento a Mitre, 1863). Respecto del fusilamiento en masa de un batallón correntino: -brillante conducta. D.F.S. Sobre los sublevados enterrianos en 1868. -Proceda a diezmarlos, pasando por las armas a los que le toque en suerte. D.F.S. Sobre el degüello de Santa Coloma : -acto de que gusté. D.F.S. (año 1852). Sobre el asesinato del gobernador Virasoro que él instigó desde Bs Aires: - San Juan tenia derecho a deshacerse de su tirano D.F.S.( año 1860). Domingo Faustino Sarmiento aprobó el asesinato en masa en Villamayor el 2/2/1856 y como presidente ofreció $100.000 por la cabeza de López Jordán y entre las cabezas valuadas a 1000 patacones estaba la de José Hernández , que acababa de publicar el Martín Fierro , y era un ferviente antirrosista. Sobre el SOCIALISMO : -Las huelgas son invenciones de los ociosos que buscan motivos de alarmar. El socialismo las usó como instrumento de perturbación; pero el socialismo es una necedad en América. (Domingo Faustino Sarmiento, El Nacional, 14/9/1878). Sobre la LIBERTAD DE SUFRAGIO : -Después de la caída de Rosas, Buenos Aires fue educada en la practicas de la libertad por demagogos. El fraude, la falsificación de las urnas electorales vienen de 1852 por los comicios organizados por Mitre. Después de veinte años de este sistema Mitre se ha quedado solo en la República con sus paniaguados. En Buenos aires hay tal libertad de sufragios que ni a palos harán que el pueblo concurra a elecciones. (Año 1872 ¡Cuando el, Domingo Faustino Sarmiento, era presidente!). Sobre la DEMOCRACIA LIBERAL : -Aquí en América la palabra libertad importa sainete ridículo; Riquísima comedia que no manifiesta tener fin. (14/11/1841). Esta demostrado que no puede haber mas política que la del garrote y la macana (año 1880). A quien no quiere pagar lo soplo a la cárcel. En materia de contribución directa hago peor, pues les rasco el bolsillo. (Domingo Faustino Sarmiento Gobernador de San Juan en carta a Mitre, 1862). -Una Constitución pública no es una regla de conducta para todos los hombres. La Constitución de las masas populares son las leyes ordinarias, los jueces que las aplican y la policía de seguridad. No queremos exigir a la democracia más igualdad que la que consienten la diferencia de raza y posiciones sociales. Nuestra simpatía para la raza de ojos azules. (Domingo Faustino Sarmiento Obras Completas, 1886) Sobre el CONGRESO DE TUCUMÁN : -Formado en su mayoría por curas de aldea, ignorantes de la historia contemporánea. Era un niño que declara la independencia; pues no se necesita inteligencia ni ciencia para emanciparse y constituirse una fracción de pueblo independiente de otra (Domingo Faustino Sarmiento Tomo 48º, p. 103 y 302 de OO.CC:). Sobre LAS PROVINCIAS : -Son pobres satélites que esperan saber quien ha triunfado para aplaudir. La Rioja, Santiago del Estero y San Luis son piltrafas políticas, provincias que no tienen ni ciudad, ni hombres, ni cosa que valga. Son las entidades mas pobres que existen en la tierra. (Domingo Faustino Sarmiento, El Nacional,9/10/1857). Sobre LOS PORTEÑOS : -Las elecciones de 1857 fueron las mas libres y mas ordenadas que ha presentado la América. (El Nacional, 13/10/1857). -Para ganarlas, nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror, que empleados hábilmente han dado este resultado (de las elecciones del 29 de marzo). Los gauchos que se resistieron a votar por nuestros candidatos fueron puestos en el cepo o enviados a las fronteras con los indios y quemados sus ranchos. Bandas de soldados armados recorrían las calles acuchillando y persiguiendo a los opositores. Tal fue el terror que sembramos entre toda esa gente, que el día 29 triunfamos sin oposición. El miedo es una enfermedad endémica de este pueblo. Esta es la palanca con que siempre se gobernara a los porteños, que son unos necios, fatuos y tontos. (Carta de Domingo Faustino Sarmiento a D. Oro 17/6/1857 ) Sobre SAN MARTÍN : -San Martín el ariete desmontado ya que sirvió a la destrucción de los españoles; hombre de una pieza; anciano batido y ajado por las revoluciones americanas, ve en Rosas el defensor de la independencia amenazada y su ánimo noble se exalta y ofusca... Fastidiado estoy de los grandes hombres que he visto... Hace tiempo que me tienen cansado los héroes sudamericanos(como si el fuera europeo), personajes fabulosos todos... La expatriación de San Martín fue una expiación. Sus violencias se han vuelto contra él y lo han anonadado... Pesan sobre él ejecuciones clandestinas... Dejemos de ser panegiristas de cuanta maldad se ha cometido. San Martín, castigado por la opinión, expulsado para siempre de la América, olvidado por veinte años, es una digna y útil lección. (Año 1845. La Crónica, 26/12/1853; Domingo Faustino Sarmiento, carta a Alberdi 19/7/1852; y año 1885). Fuente: www.eldescamisado.org
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